Es complicado decirlo, ya que un día los principales anuncios de los periódicos proclaman “Repunte del Dow Jones” y al otro día, “La Fed anuncia retroceso en Acciones y bonos”.
Usted oye decir a los analistas que la recuperación del mercado es real, mientras que otros consideran a los últimos acontecimientos del mercado una simple corrección. A fines de la década de 1990 invertir parecía fácil: casi todo subía. Después, en el mercado bajista que duró tres años e inició en el año 2000, los inversionistas se preguntaban si acaso debían comprar acciones.
En otras ocasiones, el aumento de las tasas de interés y la inestabilidad de los acontecimientos mundiales han ocasionado que el mercado de acciones fluctúa de un día a otro sin una tendencia clara.
La falta de claridad en la dirección del mercado de acciones no es nada nuevo. Durante los últimos 20 años ha habido dos Guerras del Golfo, tsunamis, huracanes, incidentes terroristas a nivel mundial, epidemias (por ejemplo, SIDA y SARS), inflación, altos precios del petróleo y muchos otros acontecimientos y que han sido motivo de preocupación para el mercado de acciones. Sin embargo, los mercados han sobrevivido en medio de esta turbulencia.
Las corporaciones continúan operando y los mercados siguen adelante. Cada año nacen empresas, algunas de las cuales quiebran, en tanto que otras se vuelven gigantes.
Microsoft, Inc. salió a la bolsa a un precio de 21 dólares por acción el 13 de marzo de 1986, cuando la empresa tenía ventas de 197.5 millones de dólares y 1,442 empleados. En 2005, las ventas de Microsoft fueron de 39,790 millones de dólares y la empresa empleaba a más de 70 mil personas.
¿Cómo les ha ido a sus acciones? Cien acciones ordinarias, emitidas inicialmente a 21 dólares por acción, o 2,100 dólares en total, equivalen actualmente a 28,800 acciones (debido a nueve divisiones o splits de acciones). A un precio de 23.07 dólares por acción a mediados de julio de 2006, las 100 acciones iniciales valdrían 644,416 dólares. Además, los dividendos de esas 100 acciones y las divisiones subsiguientes valdrían 112,320 dólares.
Aunque no todas las acciones ordinarias han tenido un desempeño tan bueno como las de Microsoft, hay muchas acciones ordinarias con desempeños excelentes. ¿Cómo elegir a la siguiente Microsoft? Independientemente de las condiciones del mercado, los inversionistas que arriesgan su dinero deben aprender a reunir, analizar e interpretar la información sobre cada empresa que consideren y la industria en que ésta ópera.
La característica de inversión básica de las acciones ordinarias es que permiten a los inversionistas participar de las utilidades de la empresa.
Cada accionista es un propietario parcial de la empresa y como tal, tiene derecho a una parte de las utilidades de la misma.
No obstante, este derecho sobre los ingresos no está exento de limitaciones porque los accionistas ordinarios son en realidad los propietarios residuales de la empresa, es decir, tienen derecho a recibir ingresos por dividendos y una parte de las ganancias de la empresa sólo después de que se hayan cumplido todas las demás obligaciones corporativas.
A pesar del horrible mercado bajista de 200-2002, las acciones ordinarias o comunes siguen siendo una forma popular de inversiones usada ampliamente por inversionistas individuales e institucionales. En parte, son populares porque ofrecen a los inversionistas la oportunidad de adaptar sus programas de inversión para satisfacer sus necesidades y preferencias individuales.
Dado el tamaño y la diversidad del mercado de acciones, es seguro decir que sin importar cuál sea el objetivo de inversión, hay acciones ordinarias que reúnen los requisitos. Para las personas que viven de sus fondos de inversión, las acciones pueden proporcionar un flujo estable de ingresos corrientes (de sus dividendos). Para otros inversionistas, las acciones ordinarias sirven como la base para la acumulación de riqueza a largo plazo.
Con esta estrategia, los inversionistas compran acciones a largo plazo como una forma de obtener no sólo dividendos, sino también una cantidad provechosa de ganancias de capital. Esta posibilidad de obtener ganancias de capital es el verdadero atractivo para la mayoría de los inversionistas. En tanto que los dividendos proporcionan un flujo estable de ingresos, los enormes rendimientos, bajo condiciones normales de mercado a largo plazo, provienen de las ganancias de capital. Pocos títulos igualan a las acciones ordinarias cuando se trata de obtener ganancias de capital.
Debido a la naturaleza de las acciones ordinarias, cuando el mercado es sólido, los inversionistas generalmente esperan beneficiarse con una apreciación constante. Un buen ejemplo es el desempeño de 2003, cuando el mercado, medido por el Promedio Industrial Dow Jones (DJIA), repuntó más de 25%. Por desgracia, cuando los mercados se tambalean lo mismo ocurre con los rendimientos de los inversionistas. Sólo observe lo que ocurrió durante el periodo de tres años, de principios de 2000 a finales del 2002, cuando el mercado (nuevamente medido por el DJIA) cayó alrededor de 38%.
Si excluimos los dividendos, eso significa que una inversión de 100 mil dólares habría disminuido en valor a un poco más de 60 mil dólares, ¡y eso es terrible! No se equivoque: el mercado en efecto tiene días malos y, ocasionalmente, esos días malos parecen continuar durante meses.
Aunque no siempre parece ser así, esos días malos son la excepción más que la regla. De hecho, ése fue el caso durante el periodo de 50 años, de 1956 a 2005, en el que el Dow bajó (por año) sólo 16 veces, es decir, alrededor de 30% del tiempo. El otro 70% del tiempo, el mercado repuntó, de 2% a casi 40% durante el año. En realidad hay cierto riesgo y volatilidad de precios (incluso en buenos mercados), pero ése es el precio que usted paga por todo el potencial alcista. Por ejemplo, de 1982 a inicios de 2000, en uno de los mercados alcistas más largos de la historia, el DJIA creció (durante 18 años) a una tasa anual promedio de casi 17%. Sin embargo, incluso en este mercado, hubo algunos días malos e incluso años malos; con todo, fueron claramente la excepción más que la regla.
Es posible ver que durante el periodo de 50 años de 1956 a 2005, las acciones han generado rendimientos anuales promedio de aproximadamente 10%. A esa tasa de rendimiento, su dinero se duplicará más o menos en siete años.
Así, una inversión de 10 mil dólares en el Dow en 1956 habría alcanzado un valor un poco mayor a 1.2 millones de dólares en 2005.
El único periodo (de los anteriores) que tuvo un desempeño inferior al promedio fue el periodo de cinco años de 2001 a 2005. Pero eso no es una sorpresa, ya que ese período incluyó la mayor parte del mercado bajista de 2000-2002. Ahora, recuerde que las cifras que aquí se muestran representan el desempeño del mercado y que las acciones individuales pueden tener, y con frecuencia tienen, un desempeño muy diferente. Pero, por lo menos, los promedios proporcionan un punto de referencia con el que podemos comparar los rendimientos actuales de las acciones y nuestras propias expectativas.
Por ejemplo, si un rendimiento de 10 a 12% se considera una buena estimación a largo plazo para las acciones, entonces, los rendimientos sostenidos de 15 a 18% deben considerarse definitivamente extraordinarios (por supuesto, estos rendimiento más altos son posibles, pero, para obtenerlos, los inversionistas deberán asumir más riesgo). Del mismo modo, los rendimientos de acciones a largo plazo de sólo 6 a 8% deberán considerarse como inferiores al promedio.
A partir de agosto de 1982, estando el Dow en menos de 800, y después de una década de rendimientos totalmente deprimentes, el mercado de acciones finalmente comenzó a despegar. De hecho, el mercado alcista que comenzó en 1982 continuó a lo largo de la década de 1980, hasta principios de la década de 1990.
Excepto por la duración de este mercado, no parecía fuera de lo ordinario en ninguna otra forma, por lo menos durante la primera mitad de la década de 1990. A decir verdad, la tasa de crecimiento promedio de los precios de las acciones durante 1994 fue sólo de 12%, Pero entonces, en 1995, 1996 y 1997, las cosas comenzaron a aumentar en intensidad y la tasa de crecimiento promedio de los precios de las acciones se disparó a más de 27%, y para 1998, una burbuja de acciones tecnológicas alcanzó su punto más alto.
Los precios de las acciones de empresas de tecnología experimentaron un crecimiento fenomenal.
El índice compuesto Nasdaq de grandes acciones tecnológicas comenzó a aumentar vertiginosamente en agosto de 1998. Durante los siguientes 18 meses, alcanzó un increíble 240%.
Muchos inversionistas participaron en una especulación sin restricciones. De hecho, en realidad parecía no importar si las empresas generaban ganancias o no. A los inversionistas se les dijo que estos tipos de detalles ya no eran importantes; lo único que parecía importar era si la acción estaba relacionada con la tecnología o la Internet
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